Hechos 3:1, El Compromiso de los
Apóstoles con la Torá y su Identidad Judía
Por Hno. Guillermo Palestina
“Pedro y Juan subían juntos al
templo a la hora novena, la de la oración.[1]”
En el contexto del libro de Hechos, se nos presenta a los
apóstoles en su vida cotidiana, realizando prácticas judías aun después de
haber sido testigos de la resurrección de Jesús y de ser parte integral de la
Iglesia de Cristo.
Un claro ejemplo de ello lo encontramos en Hechos 3:1. Esta
referencia muestra que los apóstoles continuaban participando en las
actividades religiosas cotidianas del judaísmo de su tiempo, guardando
piadosamente las horas de oración en el templo. Esto no era un acto vacío, sino
una manifestación de su identidad judía.
A pesar de ser miembros de la Iglesia de Cristo, no rechazaron
su herencia, sino que la vivieron de forma plena dentro del marco cristiano. De
esta manera, el texto sostiene que esta permanencia en las prácticas judías en
la iglesia primitiva del primer siglo no era vista como un conflicto con la fe
cristiana, sino más bien como una evolución natural de la comprensión plena de
la Torá, que Jesús, el Mesías, vino a proclamar.
En el judaísmo antiguo se enseñaba que la Torá es una
enseñanza eterna que no se contradice, sino que florecería con el advenimiento
del Mesías. En este sentido, los apóstoles, como judíos tradicionales, seguían
comprometidos con la Torá, pero ahora con una nueva perspectiva: la de
Jesucristo como su cumplimiento y su Salvador indiscutible. Como explica el
Zohar:
“El Santo, bendito
sea Él, miró en la Torá y creó el mundo. Y cuando venga el Mesías, Él revelará
los secretos más profundos de la Torá y la completará para los justos.[2]”
Los apóstoles, al continuar sus prácticas judías, también
daban testimonio de que la fe en Cristo no anulaba la Torá, sino que la llevaba
a su plenitud. Los primeros cristianos de origen judío no veían sus creencias
en tensión con sus prácticas religiosas anteriores, sino que entendían ambas
como parte del mismo camino hacia la salvación.
Esta manera de conducirse no observó ninguna tensión con la
porción gentil de la Iglesia de aquellos días. De tal forma que ni la hermandad
ni la salvación de los creyentes de origen judío que conservaban sus prácticas
y tradiciones ancestrales estuvieron en entredicho por tal motivo. Más bien, la
teología de la iglesia primitiva era tal que podía conciliar sin conflicto la
vigencia de estos aspectos de la Torá y la salvación por gracia otorgada por el
Mesías. Esto fue así hasta la destrucción de Jerusalén, cuando la generación de
teología apologética cayó en manos de los creyentes gentiles.
En una comunidad judío-cristiana, un anciano creyente
compartió cómo, durante su juventud, veía a los primeros discípulos como
hombres profundamente comprometidos con Dios a través de la Torá. Observaba que
no solo celebraban los festivales judíos, sino que también seguían las
enseñanzas de Jesús. Esto lo llevó a preguntarse cómo los cristianos de hoy,
tanto judíos como gentiles, podemos mantener un compromiso similar con las
enseñanzas de la Torá sin perder de vista a Cristo como su cumplimiento.
Este planteamiento nos lleva a reflexionar profundamente sobre
nuestra cosmovisión actual respecto a los creyentes en Jesús como el Mesías de
origen judío:
¿De qué manera podemos los cristianos de hoy, especialmente
los de origen judío, integrar las enseñanzas de la Torá sin apartarnos del
mensaje de Cristo?
¿Cómo influye la vida cotidiana de los apóstoles en nuestra
comprensión del cristianismo como una continuidad de la fe judía?
¿Cómo podemos aplicar el modelo de los apóstoles, quienes
continuaron su vida judía como un testimonio de su fe cristiana, en nuestras
propias vidas?
Y tú, ¿qué opinas??