El Creyente del Siglo XXI y la “Sana Doctrina” (Tito 2:1)
Por: Hno. Guillermo Palestina
Pero tú habla lo que está de acuerdo con la
sana doctrina.
Tito 2:1.
La
“Sana doctrina”!!, es un término que, en nuestros días —ya bien entrado el
siglo XXI y en medio de un contexto profundamente postmodernista— ha llegado a
generar incomodidad y desconfianza en ciertos sectores académicas importantes
de creyentes, en particular de la Iglesia de Cristo, ahora mismo es causa de desconfianza,
escozor y parece que sea convertido en un tema que trae al presente heridas
profundas de un pasado cercano, del cual queremos escapar a toda costa, siguiendo
el camino que nos parezca más adecuado y que esté de acuerdo y responda
positivamente al estilo de vida actual.
Sin embargo, cuando entramos en el estudio del texto bíblico, podemos apreciar con toda sinceridad, que está, precisamente era la preocupación que existía en el corazón del apóstol Pablo, claramente guiado por el Espíritu Santo de Dios, al acuñar y repetir este termino en algunas de sus cartas, “sana doctrina” [del griego, ὑγιαινούσῃ διδασκαλίᾳ- hygiainouse didaskalia[1]], Este término, lejos de causar escándalo o incomodidad en el corazón del creyente sincero, debería inspirar reverencia y atención, pues representa una llamada urgente a mantenernos firmes en la enseñanza verdadera, revelada por Dios a través de Jesucristo y sus santos apóstoles. De hecho, es el Espíritu que opero en los apóstoles quien nos advierte con claridad profética al decir:
“… vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana
doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a
sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad
el oído y se volverán a las fábulas.[2]”
De
tal forma que, todo aquel que tiene fe en Dios y ama su Palabra, claramente
puede entender que esta es una seria advertencia a perseverar en el camino de la
enseñanza recibida por Jesús y el Espíritu Santo por medio de los santos apóstoles.
Por lo que, es importante que en el corazón de la iglesia se mantenga esta perspectiva y atención, pues es importante para Dios que esto sea así, y no tendríamos por qué menospreciar este concepto que llega a nosotros para la sana edificación de todo el cuerpo de Cristo.
Esto, claramente sin caer en el legalismo que se sale fuera de la voluntad del Creador, convirtiéndose en un instrumento de manipulación o dominación desviando el foco de Jesús y su obra redentora.
Es cierto que existen diversas interpretaciones sobre la voluntad de Dios entre los líderes y las congregaciones, y a menudo preferimos ignorar esa tensión. Pero más bien, deberíamos procurar abordarla con claridad, honestidad y madurez espiritual, sabiendo claramente que “la obra de cada uno se hará manifiesta[3]” delante del Señor, y de esta forma evitar confusión entre los creyentes y prevenir tropiezos de los más débiles en el camino de la fe.
A continuación, quisiera resaltar algunas ideas clave que, según las Escrituras, están implícitas en el concepto de sana doctrina:
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1
Timoteo 1:8–11.- La
sana doctrina, como enseñanza aprobada por Dios, marca un parteaguas respecto
al pecado y sus consecuencias. No es neutral; expone, denuncia y separa al
creyente de lo impío.
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1
Timoteo 6:1–3.-
Pablo viene hablando desde el capítulo 5 sobre el comportamiento de los
creyentes. Comienza el capítulo 6 diciendo: “Si
alguno enseña otra cosa…”. Esto demuestra que la sana doctrina no es
solo un discurso, sino que debe reflejarse en la vida diaria. Un comportamiento
sin enseñanza sana es hipocresía; y una enseñanza sin fruto en la conducta es
vana, de tal forma que podemos aprender que el equilibrio correcto de una sana
enseñanza que da fruto en un carácter cristiano, es la medida correcta de la
voluntad de Dios.
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El
mismo texto muestra que la sana enseñanza produce un comportamiento piadoso[4]
—reverente y devoto a Dios—. Por tanto, la enseñanza correcta debe ir de la
mano con una vida centrada en Dios, reflejando el carácter de Cristo.
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2
Timoteo 4:3.-
Este pasaje nos enseña que hay doctrinas falsas que, lejos de honrar a Dios,
relajan la vida moral del creyente y lo acercan más a sus concupiscencias, deseos
carnales, alejándolo de la verdad y de la santidad que Dios requiere del
creyente honesto.
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Tito
2:1.- Es
un llamado claro a Tito —y por extensión a todos los ministros en todo tiempo—
a predicar lo que es conforme a la sana doctrina. Lo cual redunda en el deber
que tenemos de seguir exhortando a la Iglesia a vivir según la enseñanza
piadosa del evangelio de Jesucristo, siendo de acuerdo al ejemplo del Maestro.
Nuestras
oraciones son para que la Iglesia, con sinceridad y humildad, mantenga vigente
este principio escritural: el permanecer en la sana doctrina. Y que recordemos
el consejo del apóstol Pablo a Timoteo, como un faro que nos guía en la
oscuridad:
“Ten
cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te
salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. [5]”
[1] El termino tiene que ver con el hecho de mantener [ὑγιαινούσῃ] incorruptible-fiel a la [διδασκαλίᾳ ] enseñanza,
que hemos recibido del Mesías y sus apóstoles.
[2] Reina Valera Revisada (1960), 2 Ti 4:4.
[3] Conforme a la gracia de Dios que me ha
sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima;
pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento
alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la
obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el
fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
1 Corintios
3:10–13
[4] εὐσέβεια eusébeia, derivado del griego, bien reverente, devoto, piadoso.
[5] Reina Valera Revisada (1960), 1 Ti 4:16.