Delante de Dios (Isaías
6:1-5)
Por: Hno. Guillermo Palestina
El texto del profeta Isaías 6:1-5 inicia
describiendo una visión extática, en la cual el profeta percibe la gloria de
Dios. Esta visión extraordinaria de la Shejiná (שכינה),
provoca en Isaías una exclamación cargada de profunda teología y una fuerte
conciencia espiritual: “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy
muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo
que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”,
Este pasaje parece registrar dicha expresión de fe con el propósito de
resaltarla como un elemento esencial. Es, de hecho, esta actitud humilde y
reverente la que parece ser la razón por la cual Dios elige a Isaías como su
vocero ante el pueblo.
La humildad reverente que se revela en este hombre de Dios nos deja ver aspectos relevantes de su carácter espiritual, de los cuales quisiera resaltar muy brevemente, al menos tres que me llaman la atención personalmente:
1- Su teología fundamental -En el corazón de Isaías, la gloria de Dios es
de tal magnitud que el ser humano no puede percibirla sin ser profundamente
conmovido en su interior. El reconocimiento de esta gloria lo lleva incluso a
sentirse en peligro de ser destruido.
2- Su autopercepción honesta - Basado en esa teología excelsa, Isaías se ve
a sí mismo como indigno. Su confesión no es genérica ni evasiva, sino
específica, él reconoce sus labios inmundos y también la condición espiritual
de su pueblo. Esta actitud revela no solo humildad reverente, sino una
honestidad a corazón abierto.
3- Su conexión con el pueblo - A pesar de su
encuentro con la gloria divina, Isaías se identifica con el pueblo y reconoce
la necesidad colectiva de redención.
Esta experiencia, tal
como queda registrada en el texto sagrado, me lleva a reflexionar sobre la
necesidad de que estas cualidades espirituales estén también presentes,
vigentes y vivas en mi propio corazón y que sea Él quien nos habilite para ser útiles
en su obra redentora.
Asimismo, es una invitación impostergable para que el pueblo de Dios (la Iglesia) sea sensible al ejemplo del profeta Isaías. Pues, Aunque vivimos en la era de la gracia y la libertad, en la dispensación del Mesías y del Espíritu Santo, esta libertad no debe conducirnos a la indiferencia y frivolidad religiosa, sino a una alabanza reverente y una vida consagrada. Como expresa el autor de Hebreos:
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;”
Hebreos 12:28.