Dios Muestra Misericordia “Yohanan” (Lucas 1:59-63)
Por: Hno. Guillermo Palestina
Aconteció que al octavo día vinieron para
circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero
respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan. Le dijeron: ¿Por qué? No hay
nadie en tu parentela que se llame con ese nombre. Entonces preguntaron por
señas a su padre, cómo le quería llamar. Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo:
Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
Lucas 1:59–63.
A veces sentimos que Dios se ha olvidado de nosotros o que no nos
escucha. Tenemos la sensación de que sus promesas están muy lejanas o que nunca
llegarán. Pero la historia de Zacarías, Elisabet y Yohanan (Juan) nos muestra
otra realidad: Dios nunca se olvida, Dios nunca rompe su palabra y siempre
cumple a través de su misericordia.
En esta porción bíblica, es interesante que el nombre Zacarías
significa: “Dios recuerda su pacto”. Esto nos conecta con la fidelidad
de Dios, aunque nosotros a veces erremos sin querer. Cada lágrima, cada oración
y cada espera no se pierden en el silencio, porque Dios las recuerda.
Por otro lado, el nombre Elisabet significa: “Mi Dios ha
jurado”. Esta idea nos mantiene con la mirada puesta en lo que Dios
promete, pues sabemos bien que Él siempre cumple. Él no es hombre para mentir
ni hijo de hombre para arrepentirse (Números 23:19). Si Él dio una
palabra, puedes estar seguro de que no se retractará.
El resultado de este pasaje se resuelve con el nacimiento de Yohanan,
cuyo nombre significa: “Dios muestra misericordia”. Aquí la historia
llega a su clímax: el pacto recordado y la promesa jurada se hacen realidad
tangible en la misericordia de Dios. Esa misericordia no es una idea abstracta,
es una persona: Yeshua (Jesús, יְהוֹשֻׁעַ – “YHWH salva”),
la gracia hecha carne.
Así que podemos observar una secuencia poderosa:
o Dios recuerda.
o Dios promete y
cumple.
o Y lo hace
mostrándonos misericordia.
o Pues YHWH mismo
salva.
Esto nos hace reflexionar: si hoy estamos en espera de Dios, podemos
estar seguros de que nuestras oraciones son escuchadas y que Él las recuerda.
Podemos también tener la garantía de que cumple sus promesas y que, si
esperamos, Él mostrará su misericordia en el tiempo oportuno, pues nuestra
salvación proviene del Señor.
El Dios que recuerda su pacto, el Dios que cumple lo que promete, es el
mismo Dios en el cual creemos como Iglesia. Por eso no debemos cansarnos de
esperar, porque la misericordia de Dios está por llegar para salvarnos. Pues como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros
como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. (Oseas 6:3)